Cuando lo leí, entendí por fin muchas cosas, y si esto llego a ti, es por que también es momento que lo comprendas.
Fui una joven hermosa como todas a los quince años, cuando decidí irme con mi esposo, como muchas me enamoré y formé mi hogar.
Educada con las viejas costumbres, me dediqué a mi pareja y a criar a mis hijos, me entregué plenamente con todo el amor de mujer y madre.
Dejé de pensar en mí para atender ese gran compromiso religioso y social, complaciendo y atendiendo todo. Ahí empecé a olvidarme de mi.
Me olvidé de mí pensando en mis hijos, ellos también me necesitaban y me hice una excelente madre.
Me olvidé de mí, ¿Engañar a mi esposo? Jamás, yo ya le pertenecía y eso no es de una buena mujer, bien crecida y bien educada.
Me olvidé de mí, durante muchos años, tal vez décadas sin darme cuenta, mi mente y mi cuerpo me pasaron la factura, un accidente que fracturó mí pierna y mi subconsciente generándome crisis de ansiedad y pánico, me indicaba que algo no estaba bien, sin embargo no oí a mi espíritu y abandoné aquello que me daba un poco de independencia.
Seguí olvidándome de mí cuando los hijos crecieron convirtiéndome en una sombra que se dedica a hacerles sus necesidades: cuidando a los nietos y haciendo comidas, acompañado de gritos y maltratos por aquellos a los que les di tanto amor.
Me olvidé de mí y mi pareja hoy quiere emprender su viaje porque él ya cumplido con sus obligaciones hacía con los hijos, ya no tiene compromisos porque su compromiso de padre él ya lo termino.
Me olvidé de mí y no me di cuenta que ya no tenía pareja, él hace muchos años me había soltado, su infidelidad y sus nuevos hijos era suficiente argumento para que yo pusiera los pies en la tierra y sin embargo me salía más barato seguir engañándome a mi misma.
Ahora, sola, a la puerta de la tercera edad y llena de enfermedades, que en su gran mayoría vienen de mi mente, volteo hacia atrás y veo que antes de ser esposa y madre debí ser mujer, la que me necesitaba más, ante que todo y antes que todos, me di dar cuenta que era yo la más importante.
Veo alrededor y muchas, muchas mujeres están en mi situación.
Si te pudiera dar un consejo amiga, ama de casa, dedicada a tu esposo y a tus hijos, sería ese, no te olvides de ser mujer, no te olvides de ti. Eres la única que nunca te abandonará
Vuela, arranca, arrebátale a la vida tus mejores días que son hoy, no te des por vencida, habrá días grises de muerte, habrá lágrimas y mucho llanto, pero los hijos son ingratos y solo te tienes a ti, busca, encuentra, vete, vete, viaja, amate.
Dejé de escribir, la miré con un nudo en la garganta y los ojos llorando, la vi llorar la abrace y me pidió perdón…
Encontrado en la red, desconozco al autor.