Querida familia, deberán comprender
por que yo tuve que marcharme.
Se lo mucho que debió doler,
y que ya nunca podrán olvidarme.
Supérenme con fuerza cada día,
así descansare en paz y alegría.
Sabrán que sus penas alcanzo a sentir,
no me angustien porque no me fue posible elegir.
Por el contrario mi tierno guardián,
cada vez que sonrían mi tristeza se esfumara,
es que yo entonces estaré a su lado
feliz de ver cuanto me han amado.
Me gustaría encontrar la forma de contarles,
la inmensa tranquilidad con la que duermo en mis tardes.
Aunque aquí no hay tiempo ni olvido,
belleza incomparable a lo que recuerdo haber vivido.
Familia, nada debe preocuparnos,
ya habrá un amanecer para que juntos compartamos.
Mientras tanto, en su lugar, no pierdan oportunidad
que para la nuestra, tendremos una eternidad.
Los amo con el corazón.
Atentamente:
Su ángel.